Escribiré por separado sobre formas políticamente realistas de implementar la Ley de IA de la UE de una manera compatible con la innovación.
Sin embargo, quiero ser claro: solo hay un enfoque óptimo para esta Ley: CTRL+ALT+DEL.
Una pieza de regulación muy imperfecta
Las primeras etapas de la Ley de IA de la UE fueron prometedoras. Lamentablemente, el proceso se convirtió en una pieza de regulación negociada apresuradamente que, en el mejor de los casos, es severamente imperfecta.
- Complejidad. El informe Draghi describe el problema de complejidad de la Ley IA de la siguiente manera (original en Inglés): “Si bien las ambiciones del GDPR y la Ley de IA de la UE son encomiables, su complejidad y el riesgo de superposiciones e inconsistencias pueden socavar los avances en el campo de la IA por parte de los actores industriales de la UE”.1 También hay que considerar que la Ley es una de muchas que se están aprobando en Europa a una velocidad récord, lo que se ha descrito como un “tsunami” de sobrerregulación”.2
- Altos costos. Los costos de cumplir con la Ley se han estimado en alrededor de 300.000 euros para una PYME de 50 personas.3 Se podría imaginar uno que las empresas más pequeñas pueden incluso no tener los recursos necesarios para cumplir con la Ley.
- Retos para el “open source”. La Ley tiene algunas excepciones para el “open source”, pero estas no cubren el “open source” en las categorías de mayor riesgo y, aún más preocupante, tampoco los productos de “open source” disponibles públicamente en el mercado4 (¿se puede siquiera hacer “open source” sin ofrecer los en algún tipo de mercado?).
Un enfoque ya obsoleto
Los partidarios de la Ley de IA de la UE responden a estas y otras críticas señalando que, si bien es necesario mejorar la Ley, es posible hacerlo.
Dudo que esto fuera el caso antes, pero definitivamente ya no lo es.
Cualquier esperanza de éxito de la Ley de IA de la UE involucraba el llamado efecto Bruselas (o variantes de este efecto). Si la UE hubiera logrado que otros países adoptaran estándares similares, la base global sería homogénea y las empresas de la UE no se verían forzadas a competir en desventaja.
Actualmente, la idea de una gobernanza global de la IA homogénea no es realista.
Estados Unidos y China ofrecerán al mundo lo que quieran ofrecer. Los productos de IA de estos dos gigantes geopolíticos serán buenos (espero) o malos (temen otros). Pero hay poco que la UE pueda hacer para influir el resultado significativamente.
Y entonces, ¿qué con la Ley de IA de la UE?
- Si la UE bloquea todas las IA que no cumplan con la normativa (supongamos que puede hacerlo), el coste geopolítico sería enorme y las empresas y los ciudadanos de la UE sufrirían una falta de acceso a la tecnología.
- Si la UE exime total o parcialmente a las IA extranjeras y obliga a los innovadores locales a cumplir con la Ley, perjudicaría a sus empresas incluso dentro de la UE.
- Cualquier solución intermedia es una u otra versión de aplicación arbitraria, lo que invitaría a la captura regulatoria y empeoraría la incertidumbre regulatoria para quienes no tienen acceso a las élites políticas.
Conclusión
La gente de la UE valora la privacidad, la sostenibilidad y la ética. Hay que motivar, no restringir.
Lamentablemente, la Ley de IA de la UE no está diseñada para motivar la innovación.
Los partidarios de la Ley la describen como un equilibrio entre la seguridad y la innovación, pero la realidad es que la Ley es “puro garrote y nada de azucar”. En el contexto geopolítico actual, el garrote político de la EU es inútil frente a las potencias extranjeras. Sin embargo, facilmente termina siendo utilizado para garrotear innovadores locales.
Por tanto, lo mejor que la UE podría hacer con la Ley es sacarla de circulación.
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